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En la actualidad existe diversidad de “formas de hacer historia” frente al paradigma tradicional; a partir del siglo XIX se puede observar que se empieza una división de ella. Esta fragmentación cuenta con la “nueva historia” la cual nace en Francia y la “historia tradicional”.
La antigua historia hace referencia a la tradición histórica de narrar los sucesos acontecidos, enfocados en contar solo los actos heroicos; privilegiando a occidente, a sus principales exponentes de hazañas (hombres en particular) y centrando la exposición en sus logros, ejemplo de ello; el renacimiento, la ilustración, la revolución industrial, etc.
Por otro lado encontramos la nueva historia, ésta es basada en opiniones de las personas también se enfoca en el análisis de las estructuras, es decir analiza y estudia las clases marginales o clases sociales que siempre han estado sometidas por la política a través del tiempo histórico, ésta historia desde abaja surge gracias al marxismo, pero ésta tiene unos limitantes, pues la manera de contar esa historia abarca diversidad de aspectos además de ello las fuentes deben de ser orales ya que las clases populares por lo regular no tienen documentación.
Dentro de la nueva historia, se promueve una historia descentralizada en la cual hay lugar para otros grupos sociales como son los oprimidos, subordinados o “subalternos”, también se encuentra lo que Henk Wesseling llama historias de ultramar, esta trata de las sociedades que fueron colonizadas, es decir no solo de los europeos sino también de los que no los son; de sus sistemas políticos, sociales y económicos, eso sí en mayor medida de los europeos ya que estos impusieron su historia.
Burke, Peter. Formas de hacer historia. Barcelona: Alianza editorial.
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